domingo, 24 de noviembre de 2013

Aprender o enseñar

Desde el mismo momento en que nacemos ya estamos aprendiendo nuevos conceptos. Nacemos como seres sin conocimiento alguno sobre nada y morimos haciendo grandes aportes a la humanidad, enseñando al ser humano nuevas cosas. Einstein, Galileo o Copérnico entre otros nacieron en las mismas condiciones de conocimiento que nosotros; partimos desde cerDesde el mismo momento en que nacemos ya estamos aprendiendo nuevos conceptos. Nacemos como seres sin conocimiento alguno sobre nada y morimos haciendo grandes aportes a la humanidad, enseñando al ser humano nuevas cosas. Einstein, Galileo o Copérnico entre otros nacieron en las mismas condiciones de conocimiento que nosotros; partimos desde cero, con un cerebro completamente fresco y vacío de definiciones y ecuaciones y con ganas de aprender.
Para los primeros seres humanos les resultaba prácticamente imposible enseñar, ya que no había nada inventado. Solamente podían aprender de ellos mismos, de su imaginación y experiencias, ya que si alguien descubría algo, no podía dar a conocerlo al mundo con tanta facilidad como se puede hacer hoy en día gracias a Internet, a la televisión y las noticias…
Ahora al hombre se le atribuye la labor de aprender, y de compartir conocimientos, muy poca gente descubre algo nuevo, aunque tienen mayor facilidad para dar a conocerlos. Enseñar es algo fácil, a la mano de todos, pero enseñamos cosas que no hemos pensado nosotros mismos, sino conceptos que previamente nos han enseñado, y un claro ejemplo de esto son la mayoría de los maestros. Incluso en asignaturas como filosofía y religión, supuestamente objetivas y dedicadas a hacernos pensar y reflexionar nos hacen pensar y responder a preguntas según un modelo establecido por los grandes pensadores de la historia.
A pesar de esto, todavía podemos realizar ambas acciones: tanto aprender cómo enseñar. Incluso cuando lo que nos preestablece la sociedad es aprender, tenemos las mismas capacidades psicológicas que el resto del mundo, y podemos elegir entre conformarnos con aprender lo que hay y dejar a otros que nos enseñen o mostrarle al mundo que somos capaces de pensar diferente, de buscar conocimientos nuevos y hacérselos aprender al resto.o, con un cerebro completamente fresco y vacío de definiciones y ecuaciones y con ganas de aprender.
Para los primeros seres humanos les resultaba prácticamente imposible enseñar, ya que no había nada inventado. Solamente podían aprender de ellos mismos, de su imaginación y experiencias, ya que si alguien descubría algo, no podía dar a conocerlo al mundo con tanta facilidad como se puede hacer hoy en día gracias a Internet, a la televisión y las noticias…
Ahora al hombre se le atribuye la labor de aprender, y de compartir conocimientos, muy poca gente descubre algo nuevo, aunque tienen mayor facilidad para dar a conocerlos. Enseñar es algo fácil, a la mano de todos, pero enseñamos cosas que no hemos pensado nosotros mismos, sino conceptos que previamente nos han enseñado, y un claro ejemplo de esto son la mayoría de los maestros. Incluso en asignaturas como filosofía y religión, supuestamente objetivas y dedicadas a hacernos pensar y reflexionar nos hacen pensar y responder a preguntas según un modelo establecido por los grandes pensadores de la historia.

A pesar de esto, todavía podemos realizar ambas acciones: tanto aprender cómo enseñar. Incluso cuando lo que nos preestablece la sociedad es aprender, tenemos las mismas capacidades psicológicas que el resto del mundo, y podemos elegir entre conformarnos con aprender lo que hay y dejar a otros que nos enseñen o mostrarle al mundo que somos capaces de pensar diferente, de buscar conocimientos nuevos y hacérselos aprender al resto.

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