Siempre los seres humanos realizamos acciones en nuestras vidas. Algunas decisiones que tomamos carecen de sentido. En ocasiones nos dejamos guiar por una felicidad inmediata que nuestro corazón cree más lógica, aunque no suele ser así.
Nos paramos a reflexionar demasiado tarde, no razonamos y tomamos decisiones al instante, ya que es lo que de un modo, deseamos en ese momento. Seguramente, esas decisiones, analizándolas cuando nos hemos olvidado de esos sentimientos, no las habríamos tomado, serían descabelladas. Tiene su enfoque positivo, aprendemos de nuestros fracasos.
Esa es la cuestión, cuando hacemos caso al corazón, lo hacemos porque nos refugiamos en lo que sentimos, e incluso sabiendo en situaciones, que actuamos irracionalmente, nos dejamos llevar por esa eventual felicidad. En cierto modo, se podría decir que actuamos ocasionalmente por instinto. Lo que nos diferencia del resto de los seres vivos es nuestro pensamiento, la razón, la cual no la usamos en determinadas ocasiones, causa de nuestras emociones.
Como conclusión, solemos ser conscientes de lo que no nos conviene, pero va más allá de la razón lo que nos hace tomar decisiones irracionales; tenemos cierta dependencia sentimental.
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