El humor no es más que una forma de ver la realidad en su lado más cómico. Este se presenta de muchas formas, desde el humor más infantil a la ironía más refinada o al humor más negro. No todo el mundo se toma el humor de la misma forma, y dependiendo del contexto y la situación ese "humor" puede ser algo muy negativo. Numerosos estudios científicos han comprobado que una buena carcajada tiene beneficios para el organismo.
En la obra de Viktor Frankl: El hombre en busca de sentido, el autor nos cuenta su experiencia con el humor durante su reclusión en los campos de concentración de la Segunda Guerra Mundial. Este psicólogo judío describe como entre ellos entrenaban el sentido del humor para tratar de sobreponerse a las dificultades que estaban viviendo en el campo, y establece la siguiente comparación:
[...] el sufrimiento del hombre actúa de modo similar a como lo hace el gas en el vacío de una cámara; ésta se llenará por completo y por igual cualquiera que sea su capacidad. De la misma manera, el sufrimiento ocupa toda el alma y toda la conciencia del hombre tanto si el sufrimiento es mucho como si es poco. Por consiguiente el "tamaño" del sufrimiento humano es relativo. De aquí se deduce que la cosa más pequeña puede originar la mayor de las alegrías.
Está claro que el humor, incluso en su más leve expresión nos permite superar situaciones de mucho dolor. Cuando uno vive un sufrimiento constante, incluso la ausencia de sufrimiento es un alivio completo.
Ese humor macabro, a veces incluso absurdo ayudó a muchos prisioneros a sobrevivir al infierno en el que vivían.
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