domingo, 26 de enero de 2014

LA ELECCION DE SENTIDO

Según los estudios hablados en clase, en los países más desarrollados es donde más alta es la tasa de suicidios. Parece ser que  existen más suicidios en los lugares donde es más fácil tener de todo que en los que apenas tienen medios para sobrevivir. Esto hace que nos preguntemos, ¿Por qué no se valora la vida cuando tenemos de todo?  y ¿por qué las personas que no tienen nada son las que más motivos ven para vivir? No se trata simplemente de tener o no cubiertas todas nuestras necesidades, sino determinar qué es aquello que nos hace aferrarnos a nuestra vida y seguir con ella día tras día.

“La vida no se mide en minutos, se vive en momentos” (EL CURIOSO CASO DE BENJAMIN BUTTON, 2008)

En los grandes países, los más desarrollados, donde conseguir cualquier cosa es relativamente fácil, la vida de estas personas es un cúmulo de relaciones y actividades rutinarias. Una rutina en la que es difícil vencer la inercia y aceptar cambios. En aquellos países más pequeños, en los que las personas buscan cada día como ganarse la vida o como conseguir su propia comida para poder sobrevivir para el día siguiente, es donde de verdad se puede encontrar motivos para seguir adelante, donde cada instante es aprovechado y preciado.

Por ello, no es necesario tener un objetivo claro desde un principio o mantener esa razón durante todo nuestro recorrido, sino tener algo en mente, evolucionar, buscar motivos que nos hagan cambiar de vez en cuando nuestra vida lineal;  pequeños motivos por los que cada día debemos seguir siendo alguien y luchar por ello, apreciar todo aquello que tenemos y disfrutar de los momento que rompen nuestra rutina diaria. Es necesario que vivamos para vivir esos momentos, porque cuando todo se acabe, será lo único que nos quede y lo que de verdad nos importará. 

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