Aun
es pronto para que gente con 16 años diga que lo importante es tener un razón
por la que vivir porque no hemos vivido tanto, ni hemos tenido experiencias
fuertes para llegar a pensar en la muerte.
Poniéndonos
en la piel de Viktor Frankl nos preguntamos ¿qué le incita a seguir luchando? ¿Qué
da sentido a su vida?
Bien,
pues recapacitemos sobre las anteriores preguntas. Pensando detenidamente nos
damos cuenta de que daríamos la vida tan solo por nuestra familia, que de
verdad nos quiere, o quizá tan solo por una o dos personas. Al fin y al cabo daríamos
la vida por aquellos que nos llenan y nos ayudan a seguir viviendo y también en
los momentos de depresión y de tristeza al pensar en ellos nos animamos a
seguir hacia delante. Por otra parte la creencia puede tener un pequeño o gran
hueco en este tema. En especial, a los creyentes, la fe nos ayuda a pensar que
en un futuro todo irá mejor o al menos siempre va a haber alguien que hará lo
posible para que todo vaya bien. Tener fe, es pensar que hay rayos de esperanza
que sirven para seguir luchando, es vivir sumergido en positividad y ello nos
ayuda a ser fuertes de mentalidad. Por otra parte, es esencial apreciar cada día
en el que vivimos y los pequeños detalles que le dan sentido a nuestra vida.
Viktor
Frankl es un ejemplo para darnos cuenta de que es importante luchar por lo que
queremos hasta en las peores condiciones. Y que si tienes un sueño lo mejor es
perseguirlo. El suyo era reencontrarse algún día con su mujer, no lo consiguió,
pero eso le ayudó ser mas fuerte cada día y a mirar la vida de otra manera. Ahora
somos nosotros los que debemos descubrir quienes son los que le dan rumbo a
nuestra vida y a nuestro día a día.
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