¿Cuál es el eje
de nuestra vida? ¿Qué nos hace tener ganas de vivir? Sigmund Freud decía que
todo lo que hacemos, nuestras ambiciones, las ganas de querer hacer algo, etc,
estaban condicionadas con el apetito sexual. En parte llevaba razón; si nos damos cuenta,
la ropa a veces se convierte en un reclamo sexual con eso de seguir la moda e
ir a la última. Nos gusta estar guapos para que la gente nos vea bien y causar
sensación. Pero ¿Y todo eso por qué? Únicamente para sentir placer. Pero ya no
un placer biológico. El placer del ser humano se ha ido desarrollando con la
evolución de la especie. La primitiva función del placer era sobrevivir. Miremos
a los animales. Practican el sexo para la supervivencia de las especie. En ese
caso el placer es una pista que le da su naturaleza para provocar conservar la
vida, al igual que comer; el placer tiene en definitiva la misma función que el
dolor. Volviendo al tema, se puede decir que practicar el sexo por placer es
privilegio de las especies más listas, por ejemplo los delfines además de
nosotros. Eso quiere decir que el sexo
es una función secundaria de la supervivencia. Sin sexo se puede tener ganas de
vivir, no es el único objetivo del ser humano a lo largo de su vida a pesar de
que la sociedad aparente otra cosa y sea un tema tabú.
Viktor Frankl lo
demostró cuando desgraciadamente estuvo prisionero en varios campos de
concentración. Se dio cuenta que a la
gente las ganas de sexo era lo primero que se les quitaba, antes que el humor y
mantener la compostura.
La sociedad
actual, y sobretodo los jóvenes de hoy en día, tienen el sexo como objetivo
principal. Eso se debe a que el ser humano ha superado la fase de temer por su
vida. Gracias a vivir en civilización hemos desarrollado sentimientos que nos
caracterizan, pero que desaparecen si corremos peligro y nos suicidamos
mentalmente, si nuestra vida no tiene sentido.

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