domingo, 12 de enero de 2014

Los Atracadores Magos

La Navidad, esa época que para muchos es la mejor por el ambiente familiar, la nieve, que son vacaciones, pero, ¿es esta época tan bonita como la pintan, en especial los comercios y grandes empresas, para que se gasten por costumbre cantidades ingentes de dinero, que quizá por la situación actual deberíamos guardar?

Si nos paramos a pensar todas las costumbres navideñas necesitan ser compradas: la cena especial de Navidad (mas cara de lo normal y comprar caprichos que en otra época no nos compraríamos, pero claro es Navidad; también como no los regalos de Reyes y Papa Noel, esa ilusión de los niños que hace que sus padres tengan que comprar todo lo que escriben en la carta y la cena de Noche vieja. Cuando la Navidad ha terminado la mayoría de las familias acaban con los bolsillos vacíos para afrontar la tremenda cuesta de enero en la que la gente vuelve a la realidad y se dan cuenta de los excesos cometidos. Ahora bien, ¿es la gente la que compra o son las grandes empresas las que compran por nosotros? Alrededor de 1.600.000 de euros es la inversión en marketing de las empresas para esta época y tampoco se nos puede olvidar la infinidad de ofertas que aparecen de la nada, que nos hacen ir directos a las tiendas.

Se podría decir entonces que la Navidad es psicológica, que las costumbres son impuestas, que se ha perdido el verdadero espíritu navideño, y todo producido en gran medida por la intensa mentalidad capitalista en la que vivimos. Es la época perfecta para controlar las mentes de las personas y hacerles ver que la felicidad de la Navidad viene dada por la compra de todo y cuanto se quiera. El filosofo y teólogo cristiano Juan Antonio Estrada dice lo siguiente acerca de la Navidad: “La Navidad, que celebra el nacimiento del mesías de los pobres y que estás marcada por la contraposición entre la alegría del pueblo sencillo ante el nacimiento del salvador y el rechazo y oposición tanto de las autoridades religiosas como civiles de la época de Jesús, se transforma en una fiesta de consumo, anticipo del fin de año, en la que los escaparates de los comercios se engalanan con belenes y símbolos cristianos. Se festeja el nacimiento del enviado a los pobres y se neutraliza su significado, que se convierte en un acicate para el consumo”. Esto viene a confirmar la mayoría de mis palabras. 

Pocos son los momentos en los que reflexionando con nosotros mismos nos damos cuenta de que somos marionetas manejadas por los grandes de la economía y que realmente pueden hacer lo que quieran con nosotros simplemente fabricando temporadas y fabricando falsas ilusiones. Y no solo es la Navidad, porque después vienen la famosas rebajas en las que de manera subliminal nos incitan a comprar lo que necesitamos y lo que no de forma concentrada en un cierto periodo de tiempo. La sociedad debería ser un poco mas autocrítica y saber lo que hacen y porque lo hacen.



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