domingo, 15 de diciembre de 2013

PODER TENER PODER

Antiguamente el pueblo era sometido a la voluntad de un rey o emperador, cuya autoridad era incuestionable y de origen divino. La opinión de los no privilegiados era completamente ignorada y menospreciada y todo acto de intento de toma de poder era desechado por la minoría que tenían derechos.

Con el paso del tiempo esto ha ido evolucionando hacía las pasadas dictaduras con origen en el imperio romano, en las cuales gobernaba un dictador con toda clase de privilegios y se apoyaba en un fuerte ejército. Si escuchamos nombres como los de Benito Mussolini, Francisco Franco o Adolf Hitler, nuestro cerebro los relaciona inmediatamente con villanos, con gente que gobernó buscando su propio beneficio pisando los derechos de su pueblo.
No sería hasta la autoproclamación del Tercer Estado en Francia como Asamblea Nacional en 1789, cuando el pueblo se percató del poder que les podía otorgar ser la gran masa, y la capacidad de toma de decisiones que esto les aportaba. Fue el primer paso hacia lo que hoy conocemos como democracia, el sistema político por el cual se rigen la inmensa mayoría de países de nuestro planeta y que es considerado como el más justo hacia nosotros, el pueblo.

A los 18 años de edad se considera que tenemos la madurez necesaria para votar a los representantes que van a elegir como gobernarnos, lo que es el principal precepto de este sistema. ¿Pero realmente podemos elegir quien nos representa?¿Estamos correctamente informados acerca de cómo vamos a ser controlados cuando los partidos políticos hayan conseguido nuestro veredicto?¿Es la democracia tan justa como se pinta?
El término democracia se define como el poder del pueblo, pero a la hora de votar solo tenemos supuestas verdades, promesas de los partidos políticos que hablan sobre un futuro siempre mejor que el que nos asegura el partido rival y un pasado que dicta muchos precedentes. Luego durante el mandato solemos quedar decepcionados  y expectantes del cumplimiento de lo se nos había prometido.

También influye el factor del partidismo por parte de los medios de comunicación, que promocionan indirectamente a uno de los candidatos, intentando poner nuestra opinión de parte de un bando o  del otro, y durante los años de gobierno nos engañan o encubren los fallos del partido gobernante y resaltando los errores cometidos por la oposición, o al revés, dependiendo de quién se muestren seguidores.
Así se siembra la confusión y el descontento en la población al no saber realmente porque nos bajan el salario o se reducen nuestros derechos, reduciendo nuestro sistema al bipartidismo o tripartidismo, y en ocasiones al unipartidismo. Esto provoca que gran parte de la sociedad no consiga ponerse de parte de ninguno de los pocos partidos con capacidad de gobernar su país, lo que deriva en el voto en blanco o la inmigración a otros países.
Se busca la solución en la anarquía o en la vuelta a la dictadura por parte de extremistas mientras que otros se contentan con lo que hay o no se preocupan demasiado por la vida política. A pesar de todo, la democracia se suele plantear como el mejor sistema de gobierno que podemos tener actualmente, teniendo sus opositores y partidarios, y el que mejor favorece los derechos del pueblo.


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