Nos vestimos para identificarnos
Nuestra especia lleva vistiéndose y usando ropa desde hace cientos
de miles de años, pero solo la usábamos para protegernos del frio que azotaba
la Tierra en esa época. Por aquel entonces la ropa no se acercaba ni por asomo a
lo que hoy en día conocemos con el mismo nombre. Era un simple trozo de piel de
animal que se utilizaba a modo de abrigo para poder defenderse de las gélidas temperaturas
de la Prehistoria.
A día de hoy no nos planteamos llevar ropa porque haga frío,
y por mucho calor que haga nadie que esté cuerdo sale desnudo a la calle un día
normal y corriente. ¿Pero por qué no? Alguien que sale a la calle como Dios lo
trajo al mundo no recibe otro apelativo que loco. Porque es algo que damos por
hecho, ya que por costumbre, por rutina, lo consideramos como un acto común y
lógico, ya que el ser humano se viste desde tiempos inmemorables y es algo que
está ya preestablecido.
También existe el pudor, la vergüenza a que los demás nos
vean desnudos, tal y como somos, los complejos. Pero en la actualidad no nos
vestimos solo por eso. Llevamos ropa de nuestros cantantes y grupos de música preferidos,
de marcas que nos gustan, ropa más cara o más barata, distintos atuendos y
complementos… ¿No nos bastaría vestirnos porque si no sería muy complicado
sobrevivir al invierno? No, porque todo individuo en esta sociedad necesita
sentirse identificado con un grupo de gente que tiene los mismos gustos que él.
Necesitamos sentir que hay gente como nosotros, gente que tiene nuestra misma
ideología y pensamiento. Una de las funciones vitales del ser humano es la
relación, y para hacerlo no podemos estar solos, es mucho más fácil si tienes
un grupo de amigos con las mismas preferencias que tú, a los que os gustan las
mismas cosas, y esto viene expresado en parte en la ropa. ¿A caso no llevan los
alumnos de distintos colegios uniformes diferentes? ¿Es normal ver un grupo de gitanos barriobajeros
que visten ropa barata y de mercadillo juntarse con un grupo de niños de papá
que visten caro y de marca, y que podrían comprar todas sus posesiones con el
precio de su abrigo nuevo? No, y esto por suerte o por desgracia es así.
Al fin y al cabo la
ropa ha acabado siendo una herramienta social, un distintivo de estatus, que
separa a las personas en distintos grupos, pero que también nos ayuda a
relacionarnos con gente que tiene los mismos gustos que nosotros y puede llegar
a ser algo que nos facilite o dificulte la vida en distintas ocasiones, como prácticamente
cualquier otro descubrimiento en la historia de la humanidad.
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